..........County of San Diego Mental Health Services ................................. 3 |
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....MI RECUPERACIÓN CONTINÚA ......En 1999, vi a un psicólogo durante varios meses, algunos de ellos durante una sobriedad, auto-impuesta. Al principio, me pareció muy útil, porque me ayudó en el alivio de muchos de mis síntomas de depresión, y a continuar mi sobriedad. Hasta hubo un momento que me creí capaz de sanarme a mí mismo. Yo era fuerte y competente, lleno de ego y orgullo. Así que una vez más, decidí que después de un corto período de tiempo ya había obtenido la ayuda que necesitaba, y ya no continué las sesiones. .....En 2003, fui con un psiquiatra por primera vez, después de haber reconocido que mi dilema mental podría solucionarse con medicamentos, y que mis síntomas de depresión se habían vuelto tan severos, que me hacían sentir como si me hundiera. La psiquiatra me prescribió Lexapro, Trazodona, y Wellbutrin, pero me insistió que como condición, yo debía dejar de beber. Lo hice durante dos semanas. Pero cuando empecé a sentirme mejor, aunque seguí tomando los medicamentos, volví a las copas, pensando que al no sentirme deprimido, podría beber con moderación. Pero al poco tiempo, ya estaba bebiendo en exceso, y en cuestión de meses dejé de ver al psiquiatra, y disminuí los medicamentos. .....Los dos años que siguieron, pasé por varias empresas, trabajos de consultoría frustrados, etapas de desempleo, varios cambios de ciudades y un desastre económico. Este periodo, me convertí en un bebedor diario. No recuerdo un día que no fuera de copas. De alguna manera me las arreglé para lograr que me dieran trabajo en un puesto directivo, y volví a empezar, aquí en San Diego. Tan pronto como mi seguro de salud se restableció, comencé a ir con otro psiquiatra. Estaba decidido a recuperar la estabilidad y la salud mental de mi vida. Sin embargo, esto se convirtió en el peor cóctel. La combinación de varios antidepresivos, el abuso de Trazodona, mezclado con el consumo excesivo de alcohol, e incluso con Acamprasote, un medicamento que se suponía me ayudaría a anhelar menos alcohol. Cuando esto no funcionó, como intento de dejar el hábito del alcohol, lo que no lograba por voluntad propia, trate Disulfiram Antabuse. Después de una semana de abstinencia prudente, empecé a reducir de manera progresiva el Antabuse con la esperanza de que era lo mejor, y pensé que podría "tomar un par de tragos". Dos días más tarde, me tome un par de copas, y como todavía estaba en mi sistema algo del Antabuse, experimente uno de los más terribles períodos de 3 horas de mi vida. Algunas personas vomitan cuando combinan el alcohol con Antabuse. A mí me provocó furia, alucinaciones y paranoia. Me sentí como si fuera a explotar. Podía sentir que cada persona que pasaba notando mi herida, o miraba de reojo a mi alma lastimada, antes de emitir un juicio final, o planear mi muerte. Fue la última vez que cometí ese error. Para mi ahí había terminado la historia con el Antabuse, y con mi psiquiatra. .....Seis meses más tarde, en la bruma de una borrachera, en medio de un fuerte aguacero, me desmayé y fui a caer boca abajo en un charco de lodo, cerca de un basurero, y a escasos 20 metros de la puerta del edificio de mi apartamento. Afortunadamente, alguien me vio, y llamó a una ambulancia. No recuerdo bien lo que sucedió. Sólo recuerdo que soy sacudido, y despierto en una ambulancia, después de una inyección de adrenalina. Me dijeron que no respiraba porque me había asfixiado dentro del basurero. Cuando llegamos al hospital, gruñendo le pregunte al médico, si necesitaba de manera obligada permanecer en el hospital. Como me dijo que no, me dejaron salir, y confundido salí a enfrentarme a la oscuridad de la noche. Milagrosamente, encontré el camino a casa. Al día siguiente me desperté con un dolor agudo, muy agitado, y comencé a beber. |